Picture credit score: Sam Navarro-USA At this time Sports activities
Traducido por José M. Hernández Lagunes
Hay una especie de contradicción en el corazón de la máquina de eficiencia del béisbol. Por un lado, el objetivo de la analítica es resolver el juego, como hemos visto a través de las fuerzas gemelas de la innovación y la innovación descarada. Una organización desbloquea una ventaja oculta y, con el tiempo, la investigación independiente o el scouting avanzado o la caza de talentos corporativa la liberan, con lo que se convierte en un paso más en el camino conocido del juego. Pero, por otro lado, esa innovación, y tanto éxito en el mundo exterior, proviene de pensar de forma diferente a los demás, rechazando el impulso de copiar ciegamente y encontrar algo mejor. El espíritu humano no puede reprimirse cuando se trata de cambiar de dirección abruptamente.
Siempre existen esquinas que cortar, brazos que volver a desarrollar. El béisbol nunca se quedará sin industrias que desbaratar. Pero no hay zag más limpio y demostrable que construir una alineación en torno al bateo de contacto. Al fin y al cabo, todo el mundo está tirándole dinero a los mismos bateadores musculosos y bocazos. ¿Por qué no salirse de la línea y optar en su lugar por bateadores elegantes y redondeados con swings compactos? Funcionó para los Royals de 2015, después de todo, que abofetearon y robaron su camino a un campeonato. Kendrys Morales y Mike Moustakas compartieron el liderato del equipo en cuadrangulares con 22.
Fue un momento extraño, y fue un momento aún más extraño, aunque muy breve, después, cuando el impulso pure de imitación se puso en marcha. Una vez que los equipos recordaron que podían gastar dinero en la temporada baja, volvieron a esos bates fiables de medio campo que podían recorrer varias bases con una sola bola bateada, y ésa ha sido la tendencia desde entonces. Excepto que, de vez en cuando, un director common resolve que es el protagonista de Moneyball y vuelve a cambiar de dirección abruptamente.
En enero hicimos una crónica de la desconcertante temporada invernal de los Marlins. No es que no entendiéramos las acciones, es que las entendíamos y no tenían sentido. ¿O si?
Los Marlins van 42-33, segundos en la División Este de la Liga Nacional y si la temporada terminara hoy estarían en la postemporada, por delante de los Dodgers. Se podría ver su racha de éxitos recientes (con marca de 13-6 en junio) y concluir que, contra todo pronóstico, la insistencia de los Marlins en adquirir un equipo lleno de segunda bases propensos al contacto durante la temporada invernal está quizás dando fruto. Quiero decir, ¡mira a Luis Arráez! ¡Está bateando para casi .400 y su slugging es .486! ¡Miami está en el tercio superior en la tasa de abanicadas por equipo (24.6%)! ¡Está funcionando! Lector, no está funcionando en absoluto.
Los Marlins están ganando, pero tiene poco o nada que ver con su ofensiva, que ocupa el puesto 23 en carreras anotadas. Ni uno solo de los equipos que les siguen está actualmente en puestos de postemporada (Milwaukee es el que está más cerca, a un partido del liderato de la División Central). No sólo eso, sino que, a nivel particular person, básicamente cada movimiento que la gerencia hizo esta temporada invernal fuera de la adquisición de Arráez ha cuajado más rápido que la leche en un día caluroso. Jean Segura tiene un slugging de .234 cuando no está lesionado. El primera base Yuli Gurriel tiene un slugging de .387. El suplente Garrett Hampson tiene .336. Ninguno de ellos tiene un desempeño ofensivo promedio en la Liga en este momento. Si añadimos al campo corto Joey Wendle (.388), que se ha quedado en el equipo y pretende ser titular, es fácil encontrar el problema en la alineación.
La ofensiva que son capaces de reunir está siendo apuntalada por un par de adquisiciones anteriores, hechas bajo una estrategia ofensiva completamente diferente. Jorge Soler y Jesús Sánchez, que tuvieron grandes problemas en 2022, han explotado en 2023, con un OPS+ de 145 y 130, respectivamente. Estos dos bateadores tienen su slugging por encima de .500, y junto con Arráez tienen los porcentajes más altos de OPS+ y slugging del equipo, cada uno por encima de .480. Hay algo de ironía en ver cómo los movimientos fallidos de años anteriores de repente apuntalan a un equipo tras un marcado cambio de estrategia. Tal vez aún más cuando tipos como Sánchez y Soler están entre los líderes del equipo en la tasa de abanicadas. Arráez es obviamente diferente en la forma en que hace las cosas—tasas de contacto en la zona de élite junto con una combinación perfect de velocidad de salida y ángulo de salida, lo que le permite rociar la bola por todo el campo—pero también está muy claro que la construcción de una ofensiva en torno a cadenas de hits en 2023 simplemente no va a funcionar con regularidad.
No es sólo que el slugging sea essential en el juego precise, sino que los jugadores que los Marlins tienen fuera de Arráez y sus bateadores (incluyamos a Bryan De La Cruz en esta última categoría) no pueden ni conectar la bola con autoridad ni alcanzar base. Fuera de Arráez, Sánchez y Soler, ni un solo bateador (BDLC incluido) tiene un OBP superior a .324. No es posible ganar así de forma consistente, incluso con la cantidad de brazos talentosos que tiene Miami.
Los Guardians, que el año pasado fueron el ejemplo perfecto del enfoque basado en el contacto, podrían envidiar un poco a los Marlins en este momento. También van segundos en su división, pero eso se debe más a la mala calidad del juego en la División Central de la Liga Americana que al mérito del propio equipo. De su propia alineación common, cuentan con dos jugadores con un rendimiento superior a la media de la Liga en OPS+, José Ramírez y Josh Naylor. ¿El resto? Bueno…
No es que la premisa básica de la ofensiva orientada al contacto esté condenada al fracaso como tal. La thought es que reuniendo jugadores que puedan hacer contacto, especialmente con dos strikes, puedes reducir las probabilidades de un resultado que siempre es malo (un ponche) y sustituirlo por un resultado que sólo suele ser malo (una bola en juego). Es una buena compensación. Excepto que viene a costa de una mayor, el techo más bajo en todas esas cuentas de lanzador y bolas rápidas de primer lanzamiento. Puede resultar angustioso ver a un equipo que depende del cuadrangular de tres carreras, cuando éste se pierde. Pero el secreto de ese tipo de equipo es que el cuadrangular puede llegar en cualquier momento. Dejar tirados a los jugadores en primera y segunda porque no se ha podido encadenar la cantidad necesaria de sencillos resulta menos desesperante—casi lo consiguen—pero arroja la misma cifra en el marcador.
Donde el plan ha fallado para Miami y Cleveland no es en el contacto en sí, aunque se podría argumentar fácilmente que no han conseguido suficiente (promedios de equipo de .260 y .245, respectivamente). Lo que falla es que, a pesar de todos los lamentos sobre los equipos que van de estación en estación, caminan y esperan el jonrón, los bateadores de sencillos son en realidad más dependientes del porcentaje en base, debido a esa necesidad de secuenciar la producción. Elimina una caminata de los toleteros y es un cuadrangular de dos carreras en lugar de tres. Quita una base por bolas a dos sencillos y puede que no anotes nada.
Y eso es lo que ocurre con los bateadores orientados al contacto. La compensación no es sólo hits por ponches. Son hits por ponches y caminatas. Debido a que muchos más lanzamientos son bateables, esos tipos son más propensos a poner la pelota en juego temprano en la cuenta, lo que significa un promedio de mediados de .200s realmente no es lo suficientemente bueno. Cleveland ocupa el puesto 23 del béisbol con una tasa de bases por bolas del 8.1%; Miami, el 27, con un 7.7%. Son demasiados outs.
Han pasado ocho años, y nadie ha sido capaz de replicar lo de los Royals, ni siquiera los propios Royals. Es una manera difícil de ganar, y un testimonio de lo talentoso que period ese membership para lograrlo. Pero eso no impedirá que el próximo equipo intente diferenciarse de nuevo. Siempre habrá alguien lo suficientemente loco o barato para intentarlo. En ese sentido, el béisbol nunca dejará de imitarse a sí mismo.
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